• Twitter
  • Facebook
  • Google+
  • Instagram
  • Youtube

jueves, 24 de mayo de 2018

DISCURSO POR EL DÍA DE LA MADRE

Hace unos años, cuando yo tenía más o menos 20, estaba cruzando una calle, eran como las 8 de la noche más o menos, mientras cruzaba oí detrás de mí a una mujer que lloraba, di unos pasos más y algo me impulsó a voltear, cuando lo hice vi  una mujer cargando en ambos brazos leña y unos baldes vacíos, volteé de nuevo para seguir mi camino otra vez algo me impulsó a regresar y seguir a esta señora. Paso tras paso la escuchaba llorar y eso hizo que yo me afligiese entonces la adelanté y me puse enfrente de ella y le dije ¿Señora está Ud. bien? Lo único que hizo la señora fue arrojar lo que cargaba, se tapó la cara y volvió a llorar más fuerte. Entonces la abracé, esperé unos cuantos minutos para que se calmara y ya cuando estaba un poco más serena empezó a contar su historia. Tengo dos hijos, me dijo, uno de ellos había empezado un negocio junto a un amigo suyo, había pedido un préstamo dejando en garantía su casa, sin embargo ese amigo había tomado todo el dinero de la inversión y había desaparecido y el banco les estaba amenazando con embargar la propiedad; el otro hijo se había comprometido con una chica, quien hace poco tiempo había dado a luz; cuando la bebe nació los médicos informaron a la familia  que la niña tenía VIH, se hicieron los análisis correspondientes y descubrieron también que ambos padres estaban contagiados. Por otra parte al esposo de esta señora, le habían diagnosticado diabetes. Todos los días se levantaba a las 3 de la mañana a preparar comida y poder salir a vender y se pasaba todo el día en la calle trabajando en lo que podía para reunir dinero y poder cubrir todos los gastos que tenía su familia. Entre sollozos ella se preguntaba Por qué Dios la había abandonado, porqué a ella, porqué a su familia, se preguntaba que había hecho mal con sus hijos si ella toda la vida les había aconsejado no juntarse con malas personas. Yo un poco nervioso y torpe trataba de darle consuelo, diciéndole que DIOS nunca nos abandona, que él no nos da pruebas que no podamos superar, que a pesar de todo el dolor que ella pudiera sentir Dios aún la amaba y no debía dudar de él. Le limpié las lágrimas y ella me agradeció por haberla escuchado ya que decía que en su casa no podía llorar ni mostrarse débil , aunque ya no aguantaba más esa situación en su casa no la podían ver así porque ella era la única fuerza que su familia tenía.

Tomando como referencia el discurso del apóstol Jeffrey R. Holland en la conferencia general de octubre del 2015, hoy, hermanos, les quiero hablar un poco de dos grandes principios que Jesucristo enseñó estando aquí en la tierra, el amor y el sacrificio y creo que no hay otro ser en este mundo que viva más esos principios que una Madre.  El apóstol Jeffrey R. Holland dijo que Ningún otro amor en la vida mortal llega a aproximarse más al amor puro de Cristo que el amor abnegado que una madre siente por un hijo. Entonces podemos comprender que el amor de una madre es sufrido, benigno, no tiene envidia, no se envanece, no busca lo suyo, no piensa el mal, todo lo sufre todo lo espera y todo lo soporta. Lo mejor de todo es que el amor de madre nunca dejará de ser, al igual que el amor de Cristo.  (Véase 1 de Corintios 4 – 8)

El presidente Joseph F. Smith dijo: “El amor de una buena madre se aproxima más al amor de Dios que cualquier otra clase de amor”. En el antigüo testamento en el capítulo 49, versículos 14 y 15 Cuando Isaías quiso describir el amor que siente el salvador por todos nosotros hizo una comparación del amor de Jehová con el amor de madre. Pero Sion Dijo: Jehová me ha desamparado y mi Señor se ha olvidado de mí. Y Jehová responde ¿Acaso se olvidará la mujer de su niño de pecho y dejará de compadecerse del hijo de su vientre?
En el Nuevo testamento, en el Libro de Mormón y en Doctrinas y convenios Jesucristo hace otra comparación de su amor por la humanidad con el amor que tiene una gallina con sus polluelos cuando los acurruca debajo de sus alas.

Al parecer la crianza de los hijos es el legado espiritual dado a las mujeres. En estos tiempos mordernos donde todo el mundo demanda de grandes cargos y ocupaciones y que las personas demandan de reconocimientos tangibles y ostentosos, muchas veces la labor de las madres es subvalorado. Cuando Dios habló con Moisés diciendo “Esta es mi obra y mi gloria, llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”, estaba dando a conocer la más grande labor que tiene Dios, labor en la que las madres juegan un importantísimo papel; madres, no hay nada más importante en este mundo que el participar tan directamente en la obra y la gloria de Dios, al brindar la mortalidad y la vida terrenal a Sus hijos, para que la inmortalidad y la vida eterna puedan lograrse.

Dicha labor no es tan fácil como quizá los varones pensamos, primero ven deformar sus cuerpos, soportan muchos dolores de columna, dolores de parto, los desvelos por las noches, quizá renunciar a un trabajo o postergar alguna meta, luego esta labor continuará por el resto de sus vidas terrenales, tratando de guiar y criar hombres y mujeres rectos. esta labor es imposible lograrla  solas, pero tienen quien les ayude. De las madres es la obra de salvación y por consiguiente serán magnificadas, recompensadas, serán hechas más de lo que son y de lo que jamás hayan sido si se esfuerzan honradamente.

Al igual que la mujer que en forma anónima, con humildad, quizá incluso con titubeo y vergüenza, se abrió paso entre la multitud para tocar solamente el borde del manto del Maestro, Cristo les dirá a las mujeres que se preocupan, dudan o a veces lloran debido a la responsabilidad que tienen como madres: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado.  En tiempos en los que sienten que la labor de madre es muy dura, deberán seguir orando y esforzándose, recordando que nadie que haya continuado orando y esforzándose ha fracasado. Como dijo el presidente James E. Faust: “No existe un bien mayor en la tierra que el que proviene de la maternidad. La influencia de una madre en la vida de sus hijos es incalculable” (Liahona, julio de 1993, pág. 41).

Así que madres no se menosprecien y no permitan que nadie lo haga por el hecho de dedicarle mucho tiempo a la crianza de sus hijos. Si bien es cierto, tampoco se les pide que renuncien a sus metas o que trunquen su éxito terrenal, pidan ayuda al Señor para que les ilumine a equilibrar su vida con esta gran tarea que Dios les ha encomendado.
Leyendo el discurso del presidente R. Holland me di cuenta que las madres son seres muy especiales y queridos para nuestro Padre Celestial y Jesucristo, tanto así que como en todas las cosas, el Salvador dio el ejemplo perfecto del amor que sentía el por su madre terrenal de cómo debe ser el amor  de nosotros como hijos hacia nuestras madres. En el momento más crucial de Su vida mortal, tras la angustia del Getsemaní, del falso juicio, de la corona de espinas y de la pesada cruz a la que se le clavó brutalmente, Jesús miró hacia abajo desde la cruz y vio a Su madre, María, quien había venido a estar con él. El último acto de amor del salvador antes de morir fue asegurarse de que se protegiera a su madre y no se la encargó a cualquier discípulo sino al más amado por él. Jesús le dijo a María: Mujer he ahí tu hijo y a su discípulo he ahí tu madre y de allí en adelante Juan la recibió en su casa. Tal cual se dice en las Escrituras, entonces Jesús supo que “ya todo se había consumado”, e inclinó la cabeza y murió (véase Juan 19:27–28, 30).

No se qué le habrá pasado a la señora del relato del que hablé al principio, pero estoy seguro que Dios la bendecirá y la enaltecerá por su gran amor y sacrificio a su familia, por levantarse muy temprano para ir a trabajar, por proveer de alimento y sustento a sus hijos y por mostrar gran valentía y coraje para seguir adelante.

Finalmente para terminar este pequeño discurso quiero citar unas líneas que se le atribuyen al escritor Victor Hugo que dicen:
“Ella rompió el pan en dos trozos y se lo dio a sus hijos, quienes lo comieron con avidez.
‘No se dejó nada para ella’, refunfuñó el sargento.
‘Porque no tiene hambre’, dijo .. soldado.
‘No’, dijo el sargento, ‘porque es madre”’.

 Es mi ruego muy personal que hoy en este día todas las madres se sientan bendecidas y sientan cuanto las ama nuestro Padre Celestial, que sepan que soy seres muy apreciados por él, que El confía en ustedes y que les ha encargado una labor que solo Ud. pueden realizar, porque no hay nada que se compare al amor de madre. Es mi ruego que nosotros como hijos y esposos sepamos valorar el sacrificio que hacen nuestras madres y podamos ser obedientes y un apoyo para ellas en esta tierra. Yo sé que Dios vive, que Jesucristo vive, en el nombre de él, nuestro salvador, Jesucristo mismo. 

Amen

0 comentarios:

Publicar un comentario

CONTÁCTANOS

Ante cualquier duda, escríbenos o llámanos


Adress/Street

12 Street West Victoria 1234 Australia

Phone number

+(12) 3456 789

Website

www.johnsmith.com